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¿Adónde va la democracia representativa en América latina?


Foro Parlamentario de la Comunidad de las Democracias
Palabras del Excmo. David Kilgour, ex Secretario de Estado canadiense (América Latina y África) y vicepresidente del Foro Parlamentario
Edificio del Congreso
Washington 15 de septiembre de 2010

Cualquier persona que hable de la gobernabilidad democrática en América debe comenzar por el libertador de Latinoamérica, Simón Bolívar, quien en 1819 resume sus ideales así:

    “Un gobierno republicano...sus principios deben ser la soberanía del pueblo, la división de poderes, la libertad civil, la prohibición de la esclavitud y la abolición de la monarquía y los privilegios. Necesitamos la igualdad para fundir, por así decirlo, como un todo, las clases de los hombres, las opiniones y costumbres políticas.”

1. Retos para la gobernabilidad democrática

Contrario a lo que muchos en Norteamérica pueden suponer, el concepto de democracia parece solidificarse por toda América Latina. La última encuesta del latino barómetro (tomado en septiembre-octubre de 2009, a partir de entrevistas cara a cara a 20,200 personas en 18 países) indica que el apoyo a la democracia está en los niveles más altos desde finales de los años 90 y 11% por encima del porcentaje más bajo del año 2001. Al informar de los resultados de la encuesta, la revista The Economist (12 de diciembre de 2009) llegó a la conclusión de que una “clara mayoría en toda región se ha comprometido con los demócratas. Sin embargo, hay una paradoja, se busca la democracia pero es frágil en muchos de los países de América Latina.

Los entrevistados coincidieron en que “prefieren la democracia a cualquier otra forma de gobierno”, aunque los porcentajes fueron muy variables en cada uno de los países encuestados (el más alto en Venezuela 84, Uruguay 82, Costa Rica 74, Bolivia 71, El Salvador 68, República Dominicana 67, Argentina y Panamá 64, en la media Chile con 59, Brasil, Honduras y Nicaragua, todos con 55, Perú 52 y los más bajos en México y Guatemala 42, Ecuador 43, Paraguay 46 y Colombia 49).

Otros resultados de la encuesta del Latino barómetro:

  • La satisfacción regional con el funcionamiento de la democracia se encuentra en el nivel más alto desde que se iniciaron las encuestas en 1996.
  • El porcentaje de encuestados que dicen que la democracia no puede existir sin partidos políticos aumentó de 49% en 2001 a 60%.
  • En Honduras, el 56% de los encuestados desaprueba el golpe de estado contra Manuel Zelaya, presidente electo, sólo el 24% de los encuestados de la región en su conjunto lo aprobó.
  • En Venezuela el apoyo a Hugo Chávez bajó significativamente del 65% en 2006 a 45% a finales de 2009.
  • Brasil es ahora visto por más encuestados como el país más influyente de la región sustituyendo a EE.UU. aunque la llegada del presidente Obama parece haber impulsado una calificación favorable a los EE.UU. del 58% en 2008 a 74% el año pasado.

A pesar de las tendencias alentadoras y una encuesta de opinión similar en los países del Caribe, que sin duda, evocan respuestas similares, las causas de los problemas que se plantean en la gobernabilidad democrática en América Latina parecen arraigadas en los legados coloniales, con mucha exclusión social y desigualdades. Los gobiernos posteriores a la independencia a menudo no invierten en educación de calidad para todos, salud y otros servicios públicos necesarios para toda la ciudadanía, especialmente en los países donde persistieron las prácticas coloniales.

Problemas actuales

Una de las principales amenazas a la democracia son los Maras (bandas de delincuentes fuertemente armados) y los cárteles de drogas ilegales. Los dos grupos se han unido en Centroamérica y son ya pandillas transnacionales, que crean feudos en las regiones donde el control del gobierno es débil. Los expertos en seguridad temen que los Maras darán el salto de criminales a movimientos políticos armados, con el objetivo de crear “una jungla de narco estados casi feudales.”

Para contribuir a la estabilidad del hemisferio, Canadá, EE.UU. y otros países deben hacer mucho más para apoyar el buen gobierno. El concepto de democracia de la administración Bush se ha reemplazado por otro enfoque en la administración Obama, que aunque ha bajado prudentemente la retórica, también puede descalificar el estimulo a la democracia. En Canadá, hace sólo uno o dos años, el gobierno de Harper anunció ambiciosos planes para fortalecer el papel de Canadá en apoyo al buen gobierno y la democracia, pero aún están en espera. Democracia/buen gobierno son buenos nichos de la política exterior de ambos países, pero se debe tener el liderazgo político para hacerlo.

La revisión de Eric Hirschberg a la literatura reciente sobre la re-democratización de la mayor parte de América Latina desde la década de los 70s, sugiere que deben abordarse las siguientes cuestiones:

  1. Las democracias deben centrarse en cambiar de ser “intolerantes” o “derivativas”, (con, por ejemplo, falta de respeto hacia los tribunales o la invasión del ejecutivo en el papel del legislativo), a ser “liberal”. La historia de la democracia en América Latina es de avances y retrocesos y el continente está hoy lleno de los que tienen sistemas electorales deficientes, instituciones débiles, responsabilidad limitada de los ciudadanos y la frecuente ausencia del flujo libre de información.
  2. Recordemos hoy que la Carta Democrática de la Comisión Interamericana fue adoptaba por todos los 34 países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Lima el 11 de septiembre 2001, alrededor de una hora después de que el segundo avión impactara el World Trade Center. El papel vital de la OEA de limitar los abusos políticos y bloquear el autoritarismo (Ej. Honduras).
  3. Se necesita enfrentar efectivamente el deslizamiento de la democracia. Actualmente, parece ser mayor en los países andinos, donde, como Hershberg dice, algunos dirigentes “han atropellado los controles y equilibrios, emergidos de y presididos sobre el continuo debilitamiento de los partidos políticos, poniendo en marcha programas de reforma constitucional que sólo pueden etiquetarse como plebiscitos.” Por ejemplo, desde el punto de vista del autor Michael Coppedge. El Sr. Chávez es “un político no moderado, intransigente e intolerante” en virtud de los cuales Venezuela “ha dejado de ser una democracia liberal adecuada.”

2. Papel de los parlamentos

El sitio web de la FIPA (Foro Interparlamentario de las Américas) (http://www.efipa.org/news_en.htmfifa) parece ser un buen lugar para investigar sobre este tema. Las funciones de los legisladores en América Latina parecen tan variadas como los de sus homólogos en Europa.


3. Acciones específicas que la comunidad de legisladores democráticos pueden tomar:

Una forma de mejorar la capacidad de los gobiernos para enfrentar las amenazas a la democracia es volver a conectar a los diputados y senadores con sus respectivas sociedades civiles. Parece que algunos gobiernos apoyan más a las organizaciones no gubernamentales que al desarrollo parlamentario. Una iniciativa podría ser colaborar con los legisladores sobre cómo mejorar la relación con sus representados en la formulación de políticas. A fin de apoyar la democracia representativa, hay que relacionarse y trabajar con la FIPA y otras asociaciones de legisladores sobre cómo mejorar los cuerpos electos en todas partes.


4. Formación de una rama del Foro parlamentario de las Américas

Esto probablemente no sería difícil. Se supondría ubicarlo en una institución establecida que funcionara como Secretaría. Más vínculos entre parlamentarios, ONGs y la comunidad de investigadores son necesarias.

Conclusión

Cerraré compartiendo el optimismo del Economist de esta semana, una historia de su portada sobre América Latina, “Nobody’s Backyard” (del 9 de septiembre) (www.economist.com/):

    “Algo notable está pasando en América latina…este año la economía de la región creció de nuevo en más del 5%. El crecimiento económico va de la mano con el progreso social…el peligro para América Latina es la complacencia…arreglar estos problemas requiere de líderes políticos que redescubran el apetito por las reformas. La democracia ha traído consigo una bienvenida mejora en la política social…pero aún queda mucho por hacer.”

Gracias

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